El 17 de abril de 1962, el Pbro. Bernardo Yepes Cadavid, bendijo y erigió el Vía crucis; el cual podemos apreciar en grandes y luminosos vitrales.
Los muros en adobe desnudo en el interior del templo nos sigue recordando que somos barro; las poderosas estructuras de concreto nos hablan de la solidez y de la firmeza de la fe que sabrá sostener la esperanza, la que vivió con gozo el Santo Anciano que acompañó a la Niña María mientras repasaban el libro de las Sagradas Escrituras. A propósito de este anciano: “San Joaquín, con su esposa Santa Ana y la Niña María” el cuadro majestuoso que engalana el frente del altar, fue traído de Italia, su peso y tamaño exigió tumbar la puerta principal del templo para ingresar una grúa que pudiera sostener y clavar la imagen donde hoy se venera..
Las aplicaciones en bronce que llevan los altares en sus comulgatorios y el piso en su nave principal, fueron ampliadas por el Doctor Bernardo Sierra; estas aplicaciones contienen motivos eucarísticos, marianos y pontificios. El piso geométrico del presbiterio que se asemeja a mármol, hace juego con los vitrales monumentales en los cuales apreciamos motivos bíblicos y que dejan pasar los rayos solares al interior del templo dando una variedad de coloridas luces que reflejan la paz, la calma, la piedad y el esplendor de sus feligreses.
Vitrales de la iglesia desde la fachada |
Vitrales adentro de la iglesia |
Los vitrales representan un contenido bíblico maravilloso entre otros podemos apreciar:
El templo tiene 3 grandes cúpulas a una altura de 40 metros y cada una de éstas lleva una cruz que mide 2.80 de alto por 1.55 de ancho y pesa 120 kilos.
En el año 1998 se restauró la de la cúpula izquierda y en el año 2007 la de la cúpula derecha; ambas deterioradas y derribadas por fuertes tormentas con descargas eléctricas, motivando al cambio urgente para evitar tragedias.
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